viernes, 25 de marzo de 2011

De una banalidad nace un problema


Precisamente, eso de que vaya tan bien arreglada y sea tan coqueta hace a muchas personas pensar que no está enferma y que por ella no pasan los años. Algunos, los más avispados, en cuanto la escuchan hablar saben que su memoria no está bien y, por detrás, nos preguntan a los familiares. Pero otros no sospechan de sus repetidas preguntan y meten continuamente la pata.
Algunas conversaciones (que para los demás son de lo más banales) a ella le hacen mucho daño porque le crean preocupaciones y problemas en su cabeza para los que su mente no encuentra solución y estos la ponen nerviosa e hiperactiva. Esta situación, además de perjudicar a la enferma, es increíblemente dura y difícil para su cuidadora.
Normalmente, un enfermo de Alzheimer repite todo hasta poner la paciencia de quien lo acompaña al limite pero cuando se crea un problema inexistente, y, casi siempre, imposible de demostrar, puede volver a quienes lo rodean locos.
Una situación que, muchas veces, la hace sentir impotente, frustrada, enfadada y triste. Y a la vez desespera a quienes están a su alrededor.

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