Por miedo a que se
levante enajenada o se caiga en la oscuridad, hemos decidido ponerle una
baranda en la cama como a los niños pequeños. Y es que su genio y su ímpetu
hace que a veces se ponga muy activa, no porque haga algo sino porque no para
quieta.
En algunas
ocasiones, esta inquietud también la sufre por la noche y tiende a levantarse de madrugada pensando que
es por la mañana y vestirse. Su torpeza y su falta de memoria hace que estas
actividades cotidianas no las desarrolle con normalidad y ya ha tenido algún
que otro leve incidente.
Como dice el
refrán, “prevenir es mejor que curar”, por lo que la baranda nos hace estar más
tranquilos. Sin embargo, alguna vez nos ha sorprendido al bajarse de la cama
por los pies. Algo impensable ya que la mayoría de los días necesita ayuda
hasta para levantarse del sillón o la silla.
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